Si buscamos que es validar encontramos que es dar fuerza o firmeza a algo, hacerlo válido (RAE, 2020) Pero ¿de qué se trata cuando lo que tenemos que validar son las emociones?
Cuando hablamos de validación emocional hacemos mención a la habilidad de poder aceptar y entender la experiencia emocional de otra persona o de nosotros mismos.
Algo a lo que no estamos muy acostumbrados, si desde muy chiquitos aprendemos a acompañar a los demás intentando sacar a la persona de la situación difícil en la que está. ¿Cuántas veces dijiste o escuchaste frases como: no pasa nada, no te preocupes, ya va a pasar, no te vas a enojar por eso, etc.?
Hay algo que está claro, y es que detrás de todas esas frases seguramente hay una buena intención, alguien que está intentando calmar o ayudar a la otra persona. Pero el problema reside en que por lo general provocan en nosotros el efecto contrario, porque nos hacen sentir que estamos equivocados y que no es adecuado sentir lo que sentimos. Entramos en contacto con lo que se conoce como invalidación emocional, generada por juzgar/rechazar la experiencia emocional de la otra persona.
Siempre nos sentimos capaces de opinar o revisar si lo que los otros están sintiendo está “correcto”, metafóricamente hablando podríamos compararlo con el hecho de ayudar a un amigo a ordenar su armario y decidir que ropa donar y que guardar, lo que resulta mucho más sencillo cuando no son nuestras cosas y no tenemos ningún vínculo sentimental con ello.
En esta dirección es importante saber que TODAS LAS EMOCIONES QUE EXPERIMENTAMOS TIENEN UN PROPÓSITO, SON VÁLIDAS Y ADECUADAS AL CONTEXTO. No podemos catalogarlas como “buenas o malas”, las emociones son solo emociones, y tienen la funcionalidad de avisarnos como estamos y qué necesitamos a cada instante. Es según nuestra experiencia que las etiquetamos con nuestro juicio de valor.
Podríamos decir entonces que: cuando logramos escuchar atentamente a la otra persona, pudiendo comprender su perspectiva y contexto, reconociendo lo que está sintiendo y demostrando interés por ello, estaremos VALIDANDO su experiencia.
Algunos Beneficios son:
- Aumenta la confianza en nosotros mismos y en nuestros vínculos.
- Establecemos relaciones desde la intimidad y la vulnerabilidad.
- Aprendemos a hacerle espacio a lo que estamos sintiendo.
- Fortalecemos nuestra empatía.
- Mejoramos nuestra escucha activa.
- Nos volvemos más asertivos a la hora de comunicarnos si podemos darle entidad a lo que sentimos.
- Logramos tomar mayor perspectiva en las situaciones y como resultado de eso nos relacionamos mejor con la toma de decisiones y la resolución de conflictos.
¿Qué hacer para entrenarla?
- Prestá atención, escucha con consciencia, demostrá interés a lo que te están contando, observa a la otra persona. PERMANECE PRESENTE.
- Asegurate de haber entendido lo que te están contando, repetí lo que te dijeron o consultá si fuese necesario, permití que te corrijan.
- Observá el lenguaje corporal del otro, se perceptivo de su experiencia.
- Comprendé al otro en base a su historia de aprendizaje y contexto, entendé sus reacciones.
- Reconocé sus emociones.
- Se genuino, demostrá igualdad, no subestimes o sobreestimes a la otra persona.
“Cada persona que conoces está peleando una batalla de la que no sabes nada al respecto. Sé amable siempre” – (Robin Williams)