¿En cuántas oportunidades visualizaste el peor escenario para alguna situación? ¿Te encontraste alguna vez enredado entre tus pensamientos sobre el futuro? ¿Te sentiste atormentado por la incertidumbre en algún momento? ¿Buscas siempre tener el control de tus experiencias? ¿Dejaste de hacer algo en alguna oportunidad por miedo a lo que podría suceder?
Si tu respuesta fue sí a alguna de las preguntas anteriores podemos decir que te encontraste relacionado con la Ansiedad en más de una oportunidad. Y sí, esto es normal, todos sentimos en algún momento de nuestra vida ansiedad (antes de una entrevista laboral, frente a un examen, controles médicos, cuando hay que hablar en público, etc.) Pero… ¿Esto es funcional?
La ansiedad tiene una función prioritaria en nuestra vida, la supervivencia. Podríamos decir que sirve para alertarnos de posibles amenazas a las que nos encontramos expuestos, preparándonos para la lucha o huida de dicha situación. Es una gran aliada del miedo, señalizando potenciales peligros que podríamos tener en frente.
Por lo general podríamos decir que se ancla en ideas o pensamientos sobre el futuro (comúnmente visto como catastrófico), tomando experiencias del pasado (propias o ajenas) sin hacer espacio a información concreta de nuestro presente. Genera así, pensamientos “negativos” sobre el futuro en forma de preocupación, miedo o incertidumbre, que preparan conductas anticipatorias para enfrentar el escenario imaginado.
Cuando la ansiedad se dispara comenzamos a sentir intensas respuestas de activación en nuestro organismo como: aceleración del ritmo cardíaco y de nuestra respiración, temblores, agitación, sudoración, tensión, entre otros. Se activa a nivel fisiológico principalmente nuestro sistema nervioso y motor.
Entonces… ¿Puede la ansiedad volverse un problema en nuestra vida?
Esto se transforma en un inconveniente cuando la ansiedad termina siendo nuestra principal respuesta/reacción frente a lo desconocido. Nos bloquea, paraliza, aleja de lo que es importante para nosotros, interfiriendo en nuestro día a día. Se reduce nuestro repertorio de conductas disminuyendo como consecuencia nuestro abanico de posibilidades para accionar. Es en ese momento cuando la ansiedad pasa a ser desadaptativa para nosotros, es decir pierde su función de adaptación al ambiente, volviéndonos inflexibles y rígidos en nuestras respuestas.
¿Qué podemos hacer cuando esto sucede?
Lo principal es estar atentos a las señales de nuestro cuerpo. Ser observadores de lo que nos sucede, escuchando los indicadores que nos permiten registrar que lo que estamos transitando es ansiedad. Ejemplo: sensaciones físicas, innumerables pensamientos negativos con los que nos encontramos enganchados, etc. HACERNOS CONSCIENTES de lo que nos pasa.
Algunos otros tips son:
- Conectar con el momento presente a través de nuestros sentidos. (Ej. Tomar un baño/ducha con atención plena, hacer una comida consciente, salir a caminar observando todo como si fuera la primera vez, etc.)
- Realizar prácticas de mindfulness diarias, pueden ser breves ejercicios como detenerse en algún momento del día para chequear como nos encontramos (qué estamos sintiendo/pensando), iniciar el día con consciencia dándonos 5 minutos para conectar con nuestra respiración observando cómo hemos amanecido.
- Utilizar la técnica STOP en cualquier momento del día:
S: Stop, frena
T: Toma aire, respira
O: Observa tu cuerpo y tu mente
P: Prosigue, continúa con consciencia lo que estabas haciendo.
- Organiza tu día utilizando instrumentos que te faciliten dicha tarea como agendas, registros, organizadores semanales, etc. Para descargar la mente de tareas y responsabilidades.
- Escribe lo que sientes y piensas en un diario/registro para “depositar ideas” con las que nos encontramos enganchados/fusionados.
- Hacer ejercicios de relajación, puede ser controlando la respiración; tensionando/relajando progresivamente los diferentes músculos de nuestro cuerpo (Relajación progresiva de Jakobson).
- Ser compasivos con nosotros mismos. Acompáñate y cálmate como lo harías con un ser querido. Puedes poner tu mano sobre el corazón y hablarte a ti mismo con amor.
- Realizar actividades que sean gratificantes para vos. Conectar con aquello que te gusta para desconectar de aquello que te hace sufrir anticipatoriamente. (Algunas ideas pueden ser: dibujar, cantar, bailar, hacer ejercicio, cocinar, escribir, leer, juntarte con personas importantes para vos, dedicarte a las plantas o los animales, etc.)
Recuerda… “No puedes detener las olas, pero puedes aprender a surfear” (Kabat-Zinn).